miércoles, 18 de noviembre de 2015

Elecciones con sabor a miedo y temor


Las elecciones de los miembros de la asamblea han sido catalogadas por la oposición como la primera parte de la salida del gobierno por la vía electoral y democrática, procurando en ello conseguir la posibilidad de realizar una asamblea constituyente, que obligue a legitimar o deslegitimar el poder como lo conocemos desde hace ya más de una década.


Lo novedoso de este momento es que ante la angustia del electorado esta vez el bloque opositor explica la movida más allá del viejo "vote por mí", provocando un verdadero efecto esperanzador y tranquilizante.

Ante esta posibilidad, la estrategia defensiva del gobierno es simple, emplear el aparato estatal y sus medios para crear un halo de Miedo y temor de tal magnitud, que el votante decida por ellos, desde las necesidades básicas, la pertenencia a una tribu o el temor por la retaliación o la venganza.

Esta estrategia no es una receta “made in Venezuela”, se ha aplicado por muchos, muchos años como táctica política en los gobiernos que consideran a sus ciudadanos como sujetos reactivos, dependientes y muy necesitados de lo que ellos denominan políticas sociales.

El miedo como expresión emocional ante lo desconocido o ante aquellas situaciones no vividas y el temor que como emoción se encuentra anclada en la experiencia, son herramientas ideales para la contienda política y por extensión natural para la guerra. Ambas expresiones como formas de resolver las más profundas entre los humanos se ganan primero en las conciencias y luego en las acciones de los individuos, he aquí el poder de las emociones.


Con respecto al miedo, en Venezuela, hemos escuchado magnicidios, inoculación de cáncer, guerra económica, guerra para generar escasez de alimentos, bombardeos a Miraflores, sabotaje eléctrico y lo más reciente, aviones Norteamericanos sobrevolando el país; todo forma parte de la matriz de miedo, que puede producirse a partir de casi cualquier idea ya que no obedece a la razón ni a la memoria sino en las emociones más primitivas.

En cuanto al Temor, que como dijimos está anclado en la experiencia: Existen algunos hitos o fenómenos sociales enraizados en la memoria colectiva del venezolano, que determinan el alto grado de eficacia de estos mecanismos de guerra psicológica y dan soporte y potencia al grito de guerra “no volverán”.

En primer hito es el “caracazo”, denominado por el gobierno como su momento de gestación, momento en el que el pueblo producto de la aplicación de medidas del Fondo Monetario Internacional, que incluían el aumento de la gasolina, sale a la calle a saquear y a cometer destrozos, lo que provocó la reprensión desmedida del gobierno de turno y en ese mismo instante la indignación del Comandante Supremo y Eterno de la Revolución. Al respecto advirtió o amenazó Nicolás Maduro en estos últimos días que, con la oposición “habrá descontrol, caos y miseria y nuevamente una masacre”


El segundo hito es el periodo de la “guanábana” o “quítate tú la poneme yo” fenómeno en el cual, el canje de presidentes es igual al cambio de sus funcionarios. Los funcionarios ministeriales de hoy como ha sido costumbre en tiempos anteriores, en su mayoría son “funcionarios del partido”, bien sea por la vía de la amenaza, pertenencia a una tribu de poder o por simpatía propia, así que estando en listas del PSUV y sus aliados, no auguran buenas noticias; y si a esto sumamos el daño moral y ético que hiciera y hace “la lista de Tascon” a los opositores afectados que guardan una buena dosis de veneno, es fácil advertir el temor de los que están por caer.


Tercero la política antes mencionada de cortar cabezas de los caídos en la contienda electoral, involucra para gran parte de estos funcionarios “enchufados” la pérdida de los patrones de consumo, el estilo de vida y el estatus general de poder hoy llamado ”boliburguesia”, lo que en esencia es motivo suficiente para que esta persona se lo piense dos veces para votar en contra o para respetar el cambio.



El cuarto hito es el “Carmonazo” momento en el cual los recién “autonombrados” dirigentes venidos del cambio por la fuerza o por la manifestación popular, (aún queda por comprobar ambas teorías), deciden arbitrariamente poner preso al máximo líder de la revolución Bolivariana, disolver los poderes públicos, establecer un gobierno de facto y eliminar toda modificación hecha en los primeros años del chavismo. Dejando claro que habría un proceso de disolución de las ideas y de exclusión de los personajes. Esto incluye en el imaginario la eliminación de las misiones y demás beneficios y derechos del pueblo.


Por último, es fácil entrever el temor por la aparición constante de rostros de la Venezuela de antier, la Venezuela “prechavista”, que impulsó el “antipartidismo” y que engendró al chavismo, que como movimiento social primero toma el poder y luego se hace partido político para conservarlo. Es simple para el gobierno capitalizar el temor de la gente si los actores de hace quince años aparecen hoy con discursos parecidos a aquellos momentos, frases cargadas de odio, rabia, agresiones , palabras irrespetuosas y hasta xenófobicas. Que fácilmente tributan al temor por la reedición de la desigualdad.

Por último y para hacerle fácil el trabajo al gobierno, a pocas semanas
de la elección y basados en sus oráculos (encuestadoras), han aparecido discursos triunfalistas, donde se ha subestimando y olvidando que el chavismo no es cosa pequeña, que aun cuando esté salga del poder, no será borrado de la memoria, todo lo contrario será purificado por las mentes que quirúrgicamente van dejando solo lo bueno. No olvidemos que Chávez hoy comparte junto al Che, Perón, Allende y hasta JesuCristo y el negro primero un sitio en el ideal de justicia social de la América Latina.



La sugerencia es apoyarse en el liderazgo de los nuevos partidos, los rostros jóvenes, universitarios y comunitarios, consolidar una “contra-matriz” práctica, ideológica y discursiva basada en la acción, la integración y por supuesto en la función social y eficiente del gobierno, expresado en la vida cotidiana, vivido en los espacios sociales. sería como procurar una despolarización social partirá del ejemplo, de la acción y no del discurso, de no ser asi, si por el contrario solo se voltea el eje, un colapso social transgeneracional será un hecho.














Sergio Yepez Santiago / Twitter @sergioyepez
Etnopsicologo