“BACHAQUEROS,
RASPACUPOS Y GESTORES UNA MIRADA ECO-SOCIAL Y CRITICA”
En
el área en el que me desempeño como investigador que es la etnopsicología y la
psicoterapia junguiana, en ambos estamos
muy atentos a las expresiones simbólicas y las correspondencias de los
significados que pueden estar apareciendo en las personas y las sociedades,
para eso empleamos el discurso, los hechos sociales y las manifestaciones
culturales. Son estos eventos los que nos permiten encontrar patrones y
resolver estimaciones, que salen de la observación de lo cotidiano.
“La Polarización y
construcción discursiva necesaria para la negación del otro y la dominación de
los unos”:
Las
desigualdades socioeconómicas, siempre
han sido escenario y manantial de la política del quehacer partidista en
América Latina y el mundo; desde la propuesta de igualdad de oportunidades (para los más
iguales y más oportunos) y la igualdad de condiciones (para los que habitan en el
mismo piso del estrato social), eterna rivalidad ideológica y por supuesto, circunstancial
legitimada por la derecha y la izquierda con su gama de polaridades y
centralidades negociables.
Este
discurso político de la desigualdad social, siempre colabora y es materia prima
para la elaboración de las propuestas partidistas futuristas prometedora de la
reducción de esas desigualdades, o lo que denomina los especialistas en
políticas públicas: la “reducción de la brecha social”; discurso acomodado que
convenientemente hace de lado, que no hay gobierno de este mundo que pueda en
muy pocos años reducir las diferencias sociales centenarias, pero claro está, todos
venden “pedazos de futuro” a precio de hoy.
Venezuela
no se escapa de esta elaboración ideológica-discursiva como herramienta
política. Delinear esta brecha, se sigue usando para contribuir a demarcar
fronteras sociales y promover la polarización, demarcando a los unos y
separándolos de los otros, logrando con esto la tan ansiada ventaja electoral,
que lleva al gobierno, al poder y por su puesto al dinero.
Así
llega a Venezuela el gobierno de los pobres, los oprimidos, los proletarios, el
gobierno obrero socialista del siglo XXI o lo que yo personalmente denomino: “el
reino de los pobres”, así en Venezuela, y al más puro estilo feudal, hoy en dia
se reparten pedazos de futuro a precio de hoy, futuro denominado “suprema felicidad social” y
a los venezolanos nos pasan a llamar Fidalgos.
Mantener
el “reino de los pobres”, ha sido cuestión de mantener la polaridad social y
profundizarla todo lo posible, no vaya a ser que el pobre quiera vivir como
rico y pase a la categoría de “desclasado”, traidor, le dé la espalda a la
familia o -dios lo libre”- deje de votar o peor aún, vote por la oposición.
“Los bichos no son de
Marte”:
Así
en el “reino de los pobres” mientras se cultiva la “suprema felicidad social” aparecen
unos seres que por las reacciones y descripción que hacen los miembros del
gobierno parecen venidos de otro mundo.
“Bachaqueros”,
gestores, raspacupos, matraqueros, guarda puesto, “bien cuidao”, piratas,
enchufados, “boliburgueses”, revendedores de boletos, oportunistas y muchos
otros motes y roles, son seres venidos desde el fondo de esta brecha social, no
son de Marte, ni de un país de fantasía. Estos personajes hoy perseguidos,
ridiculizados y etiquetados de los cuales se busca su extinción a como dé
lugar, como quien procura desaparecer una plaga de bichos, deben ser mirados un
poco más de cerca.
Si
bien estos personajes son de costumbres, maneras y prácticas sociales
absolutamente reprochables y punibles, los
mismos obedecen a un principio valido y poco discutible, que se estructura en
clave de necesidades básicas: comer, pagar las deudas, ayudar a su familia y en
conclusión “sobrevivir” como sea posible.
Su
modo de actuación está determinado por la lógica del mercado o lógica de la
oferta y la demanda, que si bien no es un invento nuevo, es producto de las
condiciones de necesidad que han acrecentado las prácticas institucionales del
gobierno; así lo nuevo, es que exista en Venezuela, este estado de miseria y
escases con tan poca oferta para tanta demanda, en un camino que empezamos con
la falta de dólares, boletos, tecnología y carros, dos pasos más allá nos
esperaban la escases de insumos básicos, alimentos y medicinas, sin contar las
“frutas de estación” carencia de útiles escolares, juguetes y como olvidar los
insumos para las hallacas y pescado de semana santa.
Estos
“bichos” se sostienen y multiplican en el bosque social por su capacidad de
proveer soluciones simplificadas, eficientes e inmediatas y en la mayoría de
las ocasiones, más oportunas que las misiones socialistas. Con la misma lógica del
trueque, (si trueque) ya que por muchos trozos de papel moneda de muy bajo
valor, usted recibe lo que necesita, aquí, ahora, sin largas esperas, sin cola
y sin tener que votar por nadie. Claro está, que para lograr el trueque usted
debe contar con ese papel, asunto que en ocasiones se torna un poco más
tormentoso y es caldo de cultivo de bichos más feos, peligroso o letales, a la
par, que de manera simultánea contribuye a expandir la brecha social, que llega
a categoría de abismo, poniendo a los de arriba más arriba y los de abajo mas
abajo.
Mirando
cómo llegaron estos “bichos”, buscando la forma de saber cómo extinguirlos o controlarlos,
hemos de reconocer primero: que su proliferación ocurre como tantas otras
alimañas, por la desaparición o inhibición de sus depredadores naturales (los
cuerpos de seguridad fronterizos, las unidades anti-corrupción, la contraloría
general de la nación, los operadores de justicia, los órganos reguladores del
comercio justo, etc, etc.) y segundo la aparición de condiciones ambientales
propicias para su reproducción (Desabastecimiento, carestía, miseria,
desigualdad, falta de divisas, poca producción nacional, expropiaciones,
redistribución de la riqueza, deuda interna y exceso de controles).
Si
bien estos “bichos” oportunistas existen en todas las sociedades, los mismos
pueden y deben ser controlados más temprano que tarde; esperemos que para
Venezuela aun sea temprano, ya que la convivencia cotidiana con ellos, pueden
hacer que un día de estos los normalicemos, acostumbrándonos a sus “eficientes”
servicios, haciéndonos cómplices forzados económica y moralmente del crecimiento de la desigualdad con sus
consecuencias nefastas, entre ellas hacer cada vez más y más pobres.
Los bichos, y la pelota
como válvula de escape en la crisis:
Desde
la psicología sabemos, que si las personas se encuentran en un estado de
emergencia, crisis o necesidad a niveles
extremos, donde no existan límites claros y con pobres controles de parte de
las instituciones, estas van a tomar lo que necesiten, para sobrevivir.
Así
que, mirando un poco más de cerca
podemos observar que el rol de estos “bichos” como gestores de artículos
de primera necesidad, colabora en cierta medida en el drenaje del malestar
social, toda vez, que de no existir mecanismos para conseguir el alimento y las
medicinas de forma urgente y expedita, la expresión de violencia sería
mayor. Con lo que la búsqueda eficiente
de estos gestores es tarea cotidiana que no permite pensar, ni acumular rabia
en exceso ya que cada tres a cuatro horas el estomago recuerda por que razón
existen.
En
otros aspectos como la inseguridad, no pasa lo mismo, en este rubro del
bienestar social no hay gestores y como algunos pacientes me dicen: “ no hay
quien se salve”. Esta falla tan abrumadora en la administración de
justicia es la causante de la
desesperanza que lleva a las personas a linchar y ajusticiar a presuntos
delincuentes, con las terribles consecuencias que esto trae a una sociedad. Muchas
personas dicen que no parece haber otra salida al tema del hampa, si la
comunidad logra atraparlo vivo y lo entrega parece que solo estamos reclutando
soldados para un “pran”, (esto lo dicen mis pacientes una y otra vez.)
A
nivel social estamos percibiendo que las instituciones no están dando
respuesta, las instituciones de un estado paternal y centralista como este que
administra la justicia, la economía, la vivienda, la alimentación, el vestido y
todo lo demás, siempre debe cumplir con su papel. Para una familia, es más
grave un padre incompetente, irresponsable y mentiroso que un padre ausente;
con la ausencia la madre y sus hijos avanzan, con la presencia incompetente,
todos sufren.
La
invitación es a mirar un poco más allá del hecho social, del momento, de la
cotidianidad y de lo domestico. Mirar ciertos hechos de forma simplificada
contribuye a cultivar la impunidad y legitimar esas prácticas sociales, poner
el énfasis en el bicho es alejarnos de las causas y por su puesto de las
consecuencias, lo que nos impide resolver la situación de raíz.
Lic.
Sergio Yépez Santiago
Psicólogo
Dcdo. Ccs Sociales Universidad Central
de Venezuela
Mgstdo. Intervención Social Universidad
de Buenos Aires
Profesor Universitario
Asesor en políticas Sociales
Investigador en etnopsicología política
No hay comentarios:
Publicar un comentario